El SUV urbano de Opel se une a la moda de los micro híbridos con una mecánica 1,2 de 136 caballos asociado a una caja de cambios automática

La progresiva desaparición de los motores diésel hace que las marcas saquen productos gasolina que tengan unos consumos lo más parecido posible a ellos. No es fácil, ya que se había conseguido llegar a cifras que en muchos casos estaban por debajo de los 4 litros y, con un gasolina, aunque sea de poca cilindrada es una tarea complicada.

Opel, y todo el grupo Stellantis, están optando por adoptar esta mecanica de 136 caballos micro híbrida a muchas de sus producciones y, en el caso del Mokka, por sus características o aspiraciones parece una combinación ideal.

URBANITA

El Opel Mokka está diseñado para desenvolverse con mucha soltura por el tráfico urbano. No es un coche que esté pensado para los largos viajes con mucha carga en el maletero, aunque los puede hacer, pero su hábitat natural es la ciudad.

Con una longitud que llega hasta los 4,150 metros, una anchura de 1,791 y una altura de poco más de 1,5 metros, seremos capaces de aparcarlo casi en cualquier sitio. Como datos complementarios, la distancia entre ejes es de 2,557 m y el maletero cubica 310 litros, que se convierten en 1.372 si abatimos los asientos.

El diseño del Mokka en su parte delantera destaca por el frontal llamado Opel Vizor, un diseño con el que Opel ha querido rendir homenaje al Opel Manta de los años 70 y 80. Este diseño traspasa la responsabilidad de la refrigeración y la alimentación de aire al paragolpes, con unas tomas de generosas dimensiones que aseguran una buena circulación de aire.

Lo que habitualmente conocemos como «parrilla», justo cuando el capot toma contacto con la zona frontal, es totalmente cerrada y bastante fina, de una sola pieza, acabada en el mismo color del coche y alberga en los laterales los faros delanteros totalmente horizontales, de diseño extrafino y tecnología LED.

La vista lateral utiliza los habituales recursos de cualquier SUV: pasos de rueda algo ensanchados con los bordes negros; cintura algo elevada y, en nuestro caso al ser la versión GS, unas preciosas llantas de 18 pulgadas que le dan el toque deportivo.

La parte trasera está presidida por el logo de Opel y el nombre del modelo, con los grupos ópticos con diseño saliente y de un tamaño no muy grande.

El salpicadero del Mokka sigue las líneas de sus hermanos de gama con el Opel Pure Panel. El cuadro central está presidido por una pantalla de 12 pulgadas que en el caso de los modelos con motor eléctrico dan al conductor toda la información necesaria sobre los flujos de energía, autonomía y recarga. Esta parte central de la pantalla la podemos configurar para tener vistas de ordenador de a bordo, navegación o sistemas ADAS.

Siguiendo la línea del salpicadero llegamos a la pantalla de info entretenimiento, de 10 pulgadas, desde la que podemos acceder a los menús y ver la información del climatizador, que podemos controlarlo con botonería física colocada debajo de la pantalla.

En la consola central, disponemos de los botones para controlar la caja de cambios y la elección del modo de conducción: ECO, SPORT o NORMAL.

La habitabilidad en las plazas delanteras podemos catalogarla como de muy buena. La posición del piloto es algo más elevada que en un turismo y ofrece una gran visibilidad de todos los ángulos. Las múltiples regulaciones del asiento permiten encontrar la posición ideal para que con el paso de los kilómetros no pase factura la fatiga.

La zona del copiloto también ofrece buenas cotas de habitabilidad, dejando mucho espacio libre para las piernas, aunque lo llevemos en una posición que deja también mucho espacio para el ocupante de las plazas traseras. En este caso, y como es habitual en este tipo de coches, dos adultos viajan cómodos, pero el tercero, colocado en la plaza central, iría algo escaso de espacio.

EN MARCHA

Como ya hemos comentado en líneas anteriores esta motorización híbrida, asociada a una caja de cambios automática de doble embrague y seis velocidades, denominada e-DCS6. El propulsor es una evolución del 1.2 Puretech, pero con la importante modificación de que ahora lleva cadena de distribución y ciclo Miller, dejando atrás las problemáticas que estaban bañadas en aceite. La potencia máxima es de 136 caballos.

A esto le tenemos que sumar los 28 caballos del motor eléctrico que se encuentra situado entre el motor y la caja de cambios. Equipa una batería de 48 voltios que alimenta a este motor y es capaz de auto cargarse en deceleraciones y frenadas. El conjunto es tan silencioso que casi ni te das cuenta de cuando entra en marcha. Los responsables de la marca afirman que el motor eléctrico es capaz de mover al Mokka por si solo a bajas velocidades y con poca carga, estimando que el 50% de la conducción urbana, se haría íntegramente con este motor.

A la hora de circular es un coche tremendamente fácil de conducir. Tanto a bajas revoluciones como cuando vas algo más revolucionado el Mokka se comporta de manera excepcional. Sin duda, su hábitat natural es la ciudad, pero si te animas a viajar con él, la comodidad está asegurada con alto nivel de confort.

Los consumos también nos han sorprendido. En ciclo urbano, siendo cuidadoso puedes mantener medias en torno a los 5 litros y en carretera a tope de carga, cuando en escasos momentos entra en funcionamiento el motor eléctrico, nunca hemos pasado de los 6 litros de media.

La conclusión a la que podemos llegar con el Mokka está muy clara:  SUV de pequeño tamaño, cómodo, con buena capacidad de maletero, híbrido, ideal para la ciudad y muy interesante con los largos viajes… Una buena opción a tener en cuenta si cubre todas nuestras necesidades.

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